Pensando en tí...

Mil y una noches caminaría por llegar a ti,

escuchar un eco perdido, que me recuerde lo que te dí.

Porque espero que aparezcas delante de mí,

sin llamarte, sin avisarte

pretendiendo que me leas el ánimo

y pensando que quizás no merece la pena.

Porque ya nunca lloras, cuando pronuncias mi nombre,

triste melancolía que vive de la sombra

que entre tu y yo, se ha convertido en soga.

Hemos levantado muros que impiden los roces fugaces

de nuestras miradas, que ahora se pierden,

buscando el resquicio por donde mantenerse asomadas.

¿No crees que es triste, la metáfora de ésta vida,

que hace crecer la mala hierba entre tu tierra y la mía?

¿Quien en su sano juicio, se desprende así de fácil,

de lo que más quería?

Sentí miedo, dolor y cobardía

cuando mirándote a los ojos, vi que te perdía

y aún así arriesgue mi vida, liándome el turbante a los ojos

cubriendo la sensación vencida, de la realidad que más dolía.

No quise recuperarte, no quise derribar los muros,

no quise aunque poco a poco me moría.

Ahora ha llegado el día, en el que ya no hay ni resquicio

por donde atisbar algo de tu vida y la mía,

porque se han hecho tan espesos los muros

que han separado varias millas, dos vidas.